El poder inspirador de la bondad

De acuerdo con el principio de acción y reacción, todo lo que generamos, de alguna forma y en algún momento, nos vuelve. Por eso, ¿qué mejor que acostumbrarnos a llevar a cabo buenas acciones con nuestro entorno? (1era parte del artículo)

Ten la conciencia tranquila.

Aunque no vuelvas a ver a la persona a la que trataste mal ni nadie más sepa de tus actitudes o tu mal comportamiento, tú si eres consciente. Por eso, esta sensación estará en tu mente y en tu corazón cada vez que trates de convencer a alguien de que puede confiar en ti. Como te estás traicionando a ti mismo, será difícil que puedas creer en una persona o en una relación.

Busca convencer en vez de vencer.

Cambia tu switch interior y dile a los demás en qué estás a favor en lugar de en qué estás en contra. Haz el ejercicio de reconducir las conversaciones hacia tu terreno, por ejemplo, en vez de decir en forma autoritaria «¡cerra la ventana!», podes reemplazarlo por «¿no hace un poco de frío?». De este modo, formularás una pregunta que la gente puede responder, además de convertir el hecho de cerrar la ventana en una idea compartida, también, por la otra parte. Esta es una de las mejores formas de conseguir que se acepten tus propias ideas.

Escucha tu voz interior.

Cuando entablamos una relación con alguien, una voz interior nos dice «es una buena persona» o «no confío en ella». ¿Cómo podemos hacer tales juicios al instante? Porque somos capaces de detectar señales no verbales. Présta atención al lenguaje corporal: brazos y piernas sin cruzar, inclinación de la cabeza para demostrar que te interesa lo que te cuentan y palmas abiertas para indicar franqueza y receptividad.

Demostrar que vas por la vida en son de paz es la mejor forma de plantarte ante los demás desde un costado solidario y apacible. La bondad, entonces, será una realidad contagiosa, productiva y generadora de buenos sentimientos.

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