La sensualidad: placeres a solas

Una vez que nuestros sentidos se han abierto al mundo que les rodea, es necesario seguir entrenándolos para que sean cada vez más receptivos y nos proporcionen el grado máximo de sensualidad que podamos experimentar.
De la misma forma que ponemos a tono nuestros músculos realizando ejercicios, así podemos poner a trabajar toda nuestra percepción a través de pequeñas actividades que resultan, desde luego, muy placenteras.

Experimentar la soledad es una de ellas. «¡¿Qué?!», exclamarán muchos por ahí, pues pareciera que estar solo es uno de los temores más grandes de las sociedades modernas. Pero alejémoslo por un momento y demos una oportunidad a los placeres a solas:

1. Un paseo por la calle, acompañados de audífonos y buena música, puede darnos muchas recompensas: organizamos nuestros pensamientos y aprendemos a ver a los lugares y a las personas con una perspectiva diferente.

2. En casa estamos siempre a salvo, y tenemos a la mano cosas que nos reconfortan. Un baño relajante, ver una película acompañados de una rica cena y una copa de vino puede ser una gran recompensa después de un día duro.

Lo importante es que aprendas a vivir primero con la persona más importante de tu vida: tú. Cuando seas capaz de disfrutarte, el mundo te parecerá delicioso sin necesidad de compañía.

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