La espontaneidad: Trucos infalibles para desinhibirte

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Presta atención a los siguientes trucos infalibles para desinhibirte y lograr la ansiada espontaneidad.

  • Primera estrategia: Aprovecha bien tu energía

La mente contiene pensamientos, ideas, conceptos, valores que para expresarse necesitan la palabra. Pero ésta es sonido, vibración que atraviesa el cuerpo y el ambiente. Mientras viaja, influye en el sistema nervioso. Un desorden verbal se traduce en una tensión física. Si hablamos a tontas y a locas o de forma automática, convertimos la comunicación en algo molesto incluso para el cuerpo. La palabra malgastada inútilmente nos debilita; utilizarla con cuidado y atención, por el contrario, la conserva y nos refuerza. Aprendamos a usar entonaciones y pausas como instrumentos de bienestar.

  • Segunda estrategia: ¡Bendito silencio!

Una cosa es ocultar, miedo a hablar, y otra permanecer en silencio voluntario, fértil y terapéutico. El sonido nace del espacio interior. Lo que limpia este espacio es el silencio, que desmaterializa el pensamiento y crea el hueco, nido en el que se incuba la palabra viva y el regazo de la escucha. Sin silencio no hay comunicación. Por imperceptible que sea, entre dos palabras hay siempre un intervalo, que a menudo expresa más que los mensajes orales. Entrenémonos en modular y «escuchar» estas pausas para que las palabras que salgan de nuestra boca sean verdaderamente nuestras.

  • Tercera estrategia: Libérate de las tensiones

La comunicación consciente nace de un cuerpo relajado. ¿Debes hacer una llamada delicada? ¿Quieres rechazar una invitación? El cerebro se atormenta para encontrar las palabras justas y el cuerpo se tensiona. Conviene que te pongas cómodo y te relajes para serenar la mente. Al principio encontrarás resistencias: el pensamiento, como un animal enjaulado planteará soluciones y contradicciones. No hagas nada, espera a que escampe y, sin esfuerzos, salga la frase justa, la entonación correcta, las pausas precisas. «Cuando los pensamientos desaparecen, la claridad resurge», dice Osho.

  • Cuarta estrategia: Fuera palabras útiles

Imaginemos que la palabra es una flecha dirigida a un blanco. Si la recarguemos, podemos desviar su trayectoria. Nos han educado en la defensa y en la resistencia. Nos aferramos a los filtros del pensamiento: «Siempre he creído que…», «Es cuestión de principios”. ¿Un vicio? Interrumpir cuando se tocan temas peligrosos: «Perdona, pero ¿esto a qué viene?». También conviene prescindir de condicionales, pasados, futuros: son tramas sobre las que el pensamiento teje sus trampas. Si se apaga la inmediatez de la percepción, la palabra se hace pesada, muerta. Igual ocurre si fingimos escuchar al otro mientras pensamos qué decir cuando acabe.

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