La sexualidad es como todo, requiere ser aprendida. Aunque parece que es algo innato en cualquiera de nosotros, sentirnos mejor y apreciarla en todos los sentidos requiere que la conozcamos y que hayamos recibido una educación en el campo. Pero claro, como no podía ser de otro modo, al igual que el resto de materias del informe PISA en España suspendemos en educación sexual.
Los problemas fundamentales siguen estando en la concienciación acerca del uso de métodos anticonceptivos que prevengan los embarazos no deseados, sobre todo entre los más jóvenes, aunque cada vez entre un público ya en edad de poder mantenerlos que por razones económicas o laborales no los desea y que se ven avocados a realizar intervenciones quirúrgicas por no haber tomado las medidas necesarias para evitarlos.
Las razones que aún se dan para que la educación sexual no acabe de convencer son sobre todo la influencia de la religión que no esconde lo de la abstinencia como único método posible para no tener hijos, y sobre todo la escasa influencia que tienen las charlas en el colegio sobre determinado tipo de grupos, a los cuales habría que hablarles de forma más amena para captar su atención, en lugar de parecer que se les está dando una clase de matemática pura. Y si pensamos que la educación sexual es el mejor anticonceptivo, quizás apostando por ella tendríamos mucho menos que lamentar.