Las palabras que elegimos para expresarnos indican el camino principal en el que procesamos la información que recibimos.
A veces no nos damos cuenta de las palabas que usamos. Por ello, proponemos estar atentos para saber si lo que decimos está expresado en positivo o en negativo. Si cambiamos nuestro lenguaje verbal, podremos producir cambios profundos en nuestras conductas.
Elimine la palabra «pero», porque invalida lo dicho anteriormente. En su lugar, incorpore las siguientes: «en vez de», «además» y «sumando a», permitiendo la posibilidad de otras ideas.
Caso práctico: alguien dice «me agradan las personas serias» y otro responde «pero las personas serias no son comunicativas». Esta respuesta no nos acerca al otro sino que nos aleja. Si digo: «Además de las personas serias, me comunico bien con las personas divertidas», ésta nos acerca y nos permite ir al encuentro con el otro. Es muy importante escucharnos decir la palabra «pero». A esta le sigue una justificación, y ello no nos permite profundizar.
Agregue la palabra «aún» al «no puedo».
Caso práctico: «No puedo comprender lo que me dice». La comunicación se mejora diciendo: «Aún no he comprendido lo que me dice». Así, damos una oportunidad tanto a nosotros mismo como a nuestro interlocutor para la comprensión, ya que él recibe una respuesta abierta.
Utilice «cuando» en vez de «si». Mientras el «sí» nos condiciona, el «cuando» nos da la posibilidad en el tiempo.
Caso práctico: No es lo mismo decir: «Sí voy al shopping, te traigo un regalo» que «cuando vaya al shopping te traigo un regalo». Sea coherente. Que las palabras, tono de voz y expresiones faciales concuerden con el mensaje que quiere transmitir.