Se ha hablado mucho de cuáles son los elementos que anteceden y propician la atracción sexual. Se dice que determinados alimentos o bebidas actúan como estimulantes, que las estéticas basadas en patrones de belleza que van evolucionando con el tiempo y las modas son irresistibles, que la lencería, el perfume o la música garantizan el éxito y la conquista amorosa, sin embargo muchos piensan que no hay afrodisíaco más potente que el sentido del humor.
Es muy común oír que las mujeres, más que por el aspecto físico o por las zalamerías, son seducidas por aquel que las sabe hacer reír (más conquista un feo gracioso que un guapo soso) y aunque en estos tiempos no solemos mencionarlo, creo que a los hombres nos ocurre ¡o mismo. La risa compartida, a la vez que una agradable experiencia física, también es un excelente indicador de la inteligencia, la agudeza y el talante
de una persona.
No existe modo más completo de conocer a alguien que mediante su sentido del humor que, cuando es compartido y está en sintonía, es uno de los modos más placenteros para relacionarse y crear complicidad, para acercarse y seducir. En una época en la que se nos quiere hacer creer que la atracción se basa sólo en el atractivo físico (véanse las caras inexpresivas o de disgusto que lucen desde hace años las modelos en las pasarelas de moda), es necesario reivindicar el sentido del humor como el mejor de los adornos, como una de las cualidades más sugerentes y atractivas que puede mostrar una persona.