Ser positivo es un tema de aptitud, de volutad, proyección y de pensar que nuestros deseos pueden convertirse en realidad. No es sencillo pero tampoco, imposible. Debemos asumir que el pensamiento positivo, acompañado por el poder de la palabra, es nuestra herramienta principal para conseguir aquello que estamos buscando.
Ideas traducidas en acciones
La peor negatividad es la duda, ésta origina una cadena de problemas que erosiona la confianza en nosotros mismos. Nuestra vida cambia cuando nosotros modificamos nuestra manera de pensar: si su pensamiento es positivo, éste atraerá a todas aquellas ideas en las que está pensando y así conseguirá aquello que se propone.
No dejarse caer
Sin embargo, muchas veces las circunstancias externas pueden golpearnos fuerte y dejarnos al borde del abismo. No necesariamente tratándose de situaciones terribles, sino también de momentos en que algo inesperado ocurre. Por lo tanto, lo más importante es tener la capacidad para proyectarse en el futuro a pesar de estos acontecimientos desestabilizadores. La psicología ha denominado «resiliencia» a esta virtud: herramienta vital para pensar en positivo. Si resulta difícil de creer, observe la cantidad de personas que aún habiendo vivido una situación traumática han conseguido encajarla en su vida y continuar desenvolviéndose incluso mejor.
La resiliencia es «de utilidad» cuando las personas padecen situaciones desencajantes. Pero… ¿qué sucede con los que experimentan su existencia como una serie de eventos desafortunados? En estos casos, y aunque diversos estudios comprueben la efectividad del pensamiento positivo, alguien en el otro extremo, el negativo, se puede sentir molesto y angustiado al intentar algo que va en contra de su naturaleza.
Cuando las personas pesimistas se repiten a sí mismas lo que quieren, forzándose a sentir algo que no les es natural, se sumergen en un estado de depresión delicado. Incluso si tras varios intentos el efecto esperado no aparece, se convencen de que no son merecedoras de lo que esperan y se sienten más frustradas que antes.
¿Qué podemos hacer con ellas o, peor aún, si somos una de ellas?
Tiempo y paciencia pedían los estrategas de la guerra. Esto es lo que se necesita. Todos tenemos el derecho de obtener lo que deseamos si le ponemos el empeño suficiente. Pero, en estos casos, se deberá fortalecer la personalidad para luego hacerla florecer en su mejor estado. Sin generalizar Como vimos, mirar el «lado bueno» de las cosas es siempre la mejor opción para quien posee esta predisposición. Pero si no la tienes hay buenas noticias: darnos cuenta de nuestro «pesimismo» nos brindará una señal de alerta para ponernos a trabajar en ellos y luego aprender sobre las ventajas de la positividad.