A veces, el más pequeño comentario, sobre su físico les molesta y lo toman como un insulto (aunque no sea así). Otras, lloran emocionados con la alegría que, en las noticias, muestran los premiados en la lotería. Las personas suceptibles o personas hipersensibles viven siempre, en lo que respecta a sus sentimientos, con la guardia en alto; algo que resulta agotador. El momento, las circunstancias y el interlocutor influyen para que esa susceptibilidad se agudice o, por el contrario, pierda su fuerza. De todas formas, cualquiera que se deje llevar puede ver fantasmas donde no los hay.
Cada persona tiene su forma particular de expresarse; por eso hay que interpretar lo que dice cada uno de la forma más objetiva posible. Aquel que busca en cada palabra una contrariedad, puede tener la seguridad de que la va a encontrar, porque aunque el acto de hablar va precedido de la reflexión, hay en él mucho de improvisación. A veces no hay tiempo para pensar todo lo que se está diciendo, y en algunos casos se generan malentendidos dentro de la conversación por palabras que se dijeron sin mala voluntad. Pero como la otra parte estaba a la defensiva, las sintió como un agravio.
Quien es susceptible tiene dos opciones: o cambia de actitud, o la convivencia será para él una fuente de problemas y los disgustos su vida cotidiana.