El autoconocimiento es el mejor camino para lograrlo. Observa tus mecanismos de defensa, qué tratan de proteger y por qué.
Reflexiona. Sobre todo cuando notes que te estás poniendo en guardia frente a algo.
Trabaja tu autoestima. Quien se acepta como es y está a gusto consigo mismo, no se siente amenazado fácilmente.
Dialoga. Las palabras son una poderosa herramienta. Emplea tus dotes de convicción como arma de defensa, pero sin pretender manipular y respetando la libertad del otro
Admite opiniones diferentes. Escúchalas sin prejuicios. Ya sabes que la verdad es una tarta muy grande: ¡todos tenemos derecho a un trocito!
Enfádate sólo cuando sea necesario. Es decir, si de verdad te faltan al respeto, te ofenden o te infravaloran.
Di lo que piensas. Tienes derecho a defender tus ideas, con moderación y respeto hacia los demás.
Sé coherente. Las situaciones contradictorias crean confusión mental. No hagas lo que no piensas o no sientes.
No te engañes. Intenta observar las cosas con objetividad y realismo, con aceptación y desapasionamiento.
Identifica las amenazas. Son las que requieren toda tu energía, pero ¿aparecen con tanta frecuencia como crees? Descríbelas en un folio e intenta ser objetivo.