Te pasas la vida temiendo, adelantándote al daño, poniéndote en lo peor… Y lo que tú llamas «manías», en realidad son rituales que realizas para aliviar tu tensión. Algunos de estos comportamientos, realizados de forma esporádica, están muy extendidos en la sociedad y no suelen sorprender. Pero si has ampliado el repertorio, puedes tener dificultades. Porque estas conductas pueden delatar:
Inmadurez. Cuando somos pequeños las supersticiones son adaptativas, nos ayudan a vencer la vergüenza o el miedo que nos produce enfrentarnos a situaciones nuevas. Pero es sano y normal irlas eliminando poco a poco.
Un trastorno obsesivo-compulsivo. Cuando esas conductas no se reducen, o se incrementan, pueden generar un trastorno obsesivo-compulsivo.
Necesidad de controlarlo todo. La persona vive con gran sufrimiento porque pretende evitar y controlar los sucesos desagradables que le podría traer el futuro, algo absolutamente imposible.
Un estado de alerta agotador. Ante la angustia y el sufrimiento permanente, la persona encuentra un alivio momentáneo realizando rituales, conductas que a la larga refuerzan el problema.
Malas relaciones con los demás. Los rituales nos «ordenan» no pisar las rayas, ponernos guantes para abrir la puerta en casa de nuestros amigos… y un sin fin de conductas que incluso pueden ser consideradas ofensivas. No es de extrañar, por tanto, que aunque seamos encantadores, provoquemos malestar en las personas con quienes nos relacionamos.