Las cartas de amor vuelven a estar de moda: ¿Cómo escribirlas? (I)

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Escribir cartas vuelve a estar de moda. Internet ha recuperado una forma de comunicación que prácticamente había caído en desuso. La palabra escrita nos permite transmitir nuestros sentimientos con más intensidad, de forma más directa y sincera, porque nos libera de los sentimientos de timidez, vergüenza o ansiedad que a veces provoca la comunicación cara a cara. Un grupo de psicólogos nos dan ideas para hacer de la escritura una terapia, además de una preciosa herramienta de comunicación interpersonal.

  • Deja hablar a tu otro yo

En el momento de escribir aparece nuestro «otro yo», que es más expresivo, más sincero y más audaz para dejar surgir ideas y sentimientos, explican los psicólogs. Cuando uno escribe desde la calma de su habitación o su despacho, a su mente llegan con más facilidad esas frases que no surgieron en su momento, o que fueron reprimida por la intervención de la moral,  las normas o el sentido común. Cuando los pensamientos y afecto, ni filtros, escribir1expresan sin censura ni filtros,  uno puede llegar a sorprenderse a sí mismo, porque se produce una especie de catarsis terapéutica. La única condición para que ocurra e, desinhibirse y dejar que los sentimientos fluyan de forma natural. Primero escribe todo lo que salga de ti, ya tendrás tiempo luego para recortar y mejorar la redacción.

  • ¿No sabes por dónde empezar?

¿Te ha sucedido que ante la hoja (o pantalla) vacía te cohibes y no puedes empezar? Según bromea el escritor Alejandro Güerri, basta con escribir una letra o un punto para que la hoja deje de estar en blanco, y si es una palabra o una frase, mucho mejor. «Ahí empieza el vértigo de cómo seguir, que más que un miedo es una lucha y un deleite«. Así que ya sabes: empieza cuanto antes, aunque luego descartes lo que has escrito. Si a pesar de todo te paralizas, puedes hacer un dibujo o pegar el texto de otro documento. Una vez dado el primer paso, los siguientes surgen de forma natural. Repasa siempre lo escrito, pero no caigas en la paranoia de la corrección interminable.

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