El oído es otro sentido que «cerramos» debido a los ruidos que nos rodean. Nuestros oídos también suelen estar cerrados a los demás, porque no nos escuchamos unos a otros cuando hablamos.
Presta atención a la otra persona y procura estar con ella. Escucha lo que te dice y cómo te lo dice: su voz y sus matices, los sentimientos que hay detrás.
Por otra parte, ¿te has escuchado a ti mismo cuando hablas? ¿Qué trasmiten tus palabras, voz y entonación?
Experimenta. Toma un papel y estrújalo, rompe una rama, desmenuza una hoja seca, frota tus dedos cerca del oído, tira una piedra a un estanque, abre un grifo y dejar correr el agua…
Disfruta. Una música agradable, el canto de los pájaros, el sonido de unos cuencos tibetanos o una campana, pueden hacer resonar en ti sensaciones y emociones ahora dormidas.