Si estás últimamente en un estado de insatisfacción constante, sin saber muy bien cómo sentirte colmado…
Detente y disfruta de los momentos normales de tu vida. Así empezarás a conectar con todo lo que se te pasa inadvertido dentro y fuera de ella. Llevando la conciencia al plano de la vida cotidiana -mirando lo que te rodea, escuchando los sonidos normales a los que no sueles prestar atención- empezará a despertar tu capacidad de disfrutar.
El sentido de la plenitud vive dentro de tu corazón. No reside en una playa tropical, en una comida fantástica con los amigos, ni siquiera en una vida entregada al servicio a los demás. Cuando honras todos los momentos de tu vida de forma incondicional prestándoles atención, encontrarás lo grandioso de los pequeños momentos y de las pequeñas cosas.
Se trata de reconocer que la vida es sagrada, apreciando con el mismo amor los momentos amables, los difíciles y los incontables que no son ni agradables ni desagradables. Cuando te cures de la adicción a buscar más y más satisfacción, recuperarás tu vida y la capacidad de disfrutar que vive dentro de ti.