No es extraño que oigamos hablar tanto en internet, como en la TV o incluso en algunos libros y películas de la adicción al sexo, como si el sexo fuera en realidad una droga. Lo cierto es que algo de químico si que hay, porque cada que se despierta el deseo sexual entran en juego muchas hormonas del organismo y cientos de sustancias que no estaban aparecen como por arte de magia. Sin embargo, sería algo así como una droga que se desencadena de forma natural y a la que no se le añade nada.
Y precisamente en esa diferencia con el resto de drogas artificiales, entiéndase alcohol o cualquier tipo de drogas que vengan del exterior y no estén de forma «natural en nuestro organismo» es lo que no pone de acuerdo a la comunidad científica acerca de si existe de verdad algo que podamos catalogar como adicción al sexo.
Drogas aparte, es verdad que el ser humano puede ser adicto a la comida, adicto al juego, adicto a la consola, o adicto al Facebook, pero como ven todo ello es un estímulo que viene de fuera. El sexo lo sentimos desde dentro, y eso hace que los expertos prefieran hablar de sexo peligroso, o conducta sexual peligrosa en lugar de adicciones ya que científicamente no se puede entender el sexo como algo a lo que se pueda ser adicto