Probablemente más de una vez han escuchado como excusa eso de «No eres tú, es que soy yo«. Pero a veces, esa frase, es casi de todo menos una excusa, porque en realidad, a pesar de todos los años que podamos estar con una persona, las cosas, un buen día dejan de funcionar. No ocurre de la noche a la mañana, está claro, pero suele pasar por una sencilla razón: porque uno de los dos ha cambiado.
Y no es que los cambios sean malos, ni mucho menos, porque al fin y al cabo de eso se trata quemar etapas en nuestras vidas, de eso se trata el futuro, de eso se trata la madurez, y de eso se trata que no podamos pensar igual con 40 que con 20. Pero los cambios pueden ser de muchas formas, y no siempre ambos miembros de la pareja los viven por igual.
Progresar en pareja es fundamental para mantener viva una relación, y aunque si no se hace, no significa de forma inmediata que haya que dejarlo, ni que hayamos alcanzado posturas irreconciliables, pero si fuese así, está claro que la relación, en algunos casos, deja de tener todo el sentido, y se pierde el rumbo común hacia el que ambos estaban mirando. Es duro, es difícil, pero las cosas son así. Una pareja son dos personas diferentes, que pueden cambiar y de esos cambios, ninguno de los dos tiene la culpa.