No todas las personas obesas padecen de trastornos sexuales. Sin embargo, existe un alto porcentaje que necesita una terapia específica para tratar esta dolencia.
La apariencia corporal ha jugado desde siempre un papel importante en la atracción, y el desempeño sexual se encuentra determinado por las creencias, sentimientos y actitudes que tienen sobre sí mismos, tanto hombres como mujeres. Entre los efectos negativos de la obesidad, además de las complicaciones físicas propias del sobrepeso, se encuentra una serie de trastornos que están estrechamente vinculados con la imagen que se tiene del propio cuerpo y la forma en que ésta influye en el desarrollo de las relaciones sexuales.
Esto se debe a que la imagen corporal -representación visual y conciente de nuestro cuerpo- es «cómo nos vemos a nosotros mismos», y en esa construcción intervienen los siguientes factores:
l) NOCIÓN DE LAS FORMAS: la figura, la postura, el aspecto y las dimensiones.
2) PERCEPCIÓN DE LAS SENSACIONES: dolor, placer, hambre, saciedad, etc.
3) SIGNIFICADO DEL CUERPO: para uno mismo y frente a los demás. Aquí se incluye el grado de satisfacción con el propio cuerpo.
Esta imagen de sí, para el obeso, puede jugar en contra de una sexualidad satisfactoria porque la idea que cada uno tiene de sí mismo llega a ser tan obsesiva que impide que las relaciones se den con naturalidad por encontrarse «pendientes» de su imagen o por tener sentimientos de inferioridad e insatisfacción (especialmente en las personas con un sobrepeso estético, por ejemplo).