De seguro que cuando se habla de posturas sexuales a más de uno le viene en mente que los clásicos siempre son una opción ganadora, y si hablamos de clásicos del sexo, el misionero es el que se lleva la copa de oro. Sin embargo en nuestro blog de sexualidad queremos ir más allá e innovar para convertir ese misionero en algo mucho más divertido y actual, y sobre todo en el que el papel de la mujer cambie y se de la vuelta. ¿Cómo? Pues con la misionera.
¿No lo conocen? Pues les diría que es muy simple. Basta que se imaginen la postura del misionero y consigan darle la vuelta, en el que lo que estaba arriba pasa a estar abajo, y lo que estaba abajo pasa a estar arriba, lo que incluye por supuesto un cambio de roles a la hora de practicar el coito. ¿No les sale? Pues a continuación les explico como conseguirla al detalle.
Hay dos versiones de la postura del misionero. En una el hombre puede estar tumbado y la mujer situarse encima de el también tumbada, o con él echado en la cama, ella se coloca flexionada y sentada sobre él. Ambas tienen sus pros y sus contras los cuales vamos a analizar a continuación.
Pros de la misionera:
En realidad la mujer siente más placer en las posturas en las que está encima porque controla los movimientos y es capaz de llevarlos a donde más le gusta. En este caso además se favorece la estimulación en el clítoris, debido a que los movimientos rozan la pelvis. También hay mayores probabilidades de alcanzar el punto G.
En cuanto a la relación de pareja el hombre y la mujer se ven frente a frente y el tiene las manos libres para estimular los pechos de la mujer lo que puede resultar muy placentero para ambos.
Los contras de la misionera:
Aunque no son demasiados hay que tenerlos en cuenta. Por un lado el hombre debe ser capaz de soportar el peso de la mujer, y además se trata de una postura en la que ella domina por lo que no se admiten machistas ni tampoco los que no han logrado una compenetración con su pareja.