La falta de diálogo, los celos, la agresividad, las disfunciones sexuales y otros problemas de convivencia entre una mujer y un hombre son cuestiones de la crisis y no intentar cambiar al otro son las dos claves para salir adelante.
Apesar de que el mandato diga que, en la pareja, debemos amarnos incondicionalmente, muchas veces las circunstancias no lo permiten. El cambio debe comenzar en uno mismo porque, si esperamos que la otra persona arregle nuestra vida, nos preparamos para el fracaso. Lo mismo ocurrirá si tenemos una relación con una persona que no se ama a sí misma: será imposible complacerla.
¿Amor u obsesión?
A veces, lo que llamamos amor es la adicción a una relación abusiva. Con cierta frecuencia, estamos atrapados en creer que podemos cambiar al otro si lo amamos lo suficiente. A cambio, recibimos constantes rechazos y aceptamos maltratos con la poderosa excusa de «yo lo amo».
Celos: ¿Señal de amor?
Los celosos extremos son personas que vigilan, presionan, interrogan y pueden llegar a insultar hasta destrozar la pareja. Muchos afirman que la posesión tiene que ver con una sensación de abandono vivida durante la infancia. Estas personas no sufren por amor, sino porque tienen muy baja la autoestima, y sólo pueden sobrellevarlo sometiendo al otro.
Agresión injustificada
Nadie puede maltratarnos ni aprovecharse de nosotras. Quizás, cuando éramos niñas, nos dijeron que debíamos caminar detrás del hombre, y preguntarle: «¿Qué debo pensar? A veces, lleva tiempo entender que ese comportamiento no es normal pero, poco a poco, se puede empezar a cambiar las creencias y desarrollar la autoestima y el respeto por sí mismo. Cuando hacemos esto, cambia nuestro mundo.
Entre las sábanas
Siempre es importante conocer el gusto del otro y si uno no la pasa bien, debe comunicárselo. Debemos dejar atrás las creencias de que el sexo es malo, sucio, impúdico. Los hombres deben aceptar lo que les pasa y consultar. Asimismo, las mujeres deben consultar con su ginecólogo sobre estos temas.
