En una discusión, antes de sacar el exterior toda la bronca contenida, tómate un tiempo para pensar. Un método eficaz para lograrlo es quedarse callada durante un instante y respirar de forma intensa repetidas veces. Si sueltas las palabras tal como te vienen a la mente, seguro después te arrepentirás de muchas cosas que se has dicho. Recuerda: una es esclava de sus palabras y dueña de sus silencios. Por supuesto, esto no significa que reprimas tus emociones.
El hecho de negar el conflicto también es malo, porque en algún momento saldrá a la luz. En cambio, regular tus sentimientos implica una actitud más radical y madura. Consiste en evaluar la intensidad, la dimensión y la forma en que expresarás esa emoción. Tómate un minuto para comprender hacia donde quieres llegar y qué consecuencias puede traer para el futuro. Por ejemplo, si tu pareja no cumplió con algo que te había prometido, en lugar de estallar en reclamos, primero detente a escuchar sus argumentos y responder en base a ello. La negociación es la clave de la relación.