Los celos ya existen en los animales primitivos y cuando éstos son más evolucionados son más complejos. Ya no consisten en defender la hembra para la reproducción sino en apropiarse del par que legitime nuestros valores personales. Los humanos nos distinguimos por padecer de celos retrospectivos. Estos celos son monstruos verdes con ojos llameantes que queman con la mirada lo que presenta frente a sus ojos, por eso no pueden verlo.
No reconocen pruebas de realidad. Solo ven para adentro, su vacío y el miedo a la pérdida del otro. Cuando dos personas se enamoran sienten que el amor es único. Y es verdad, porque ese amor es indiosincrásico. Pero ese amor no excluye la historia del ser amado que viene con un bagaje de sensaciones, pasiones y amores pretéritos. La tarea humana consiste en reconocer, y aprender a controlar racionalmente nuestros impulsos obsesivos posesivos.
Si los celos no pueden con ellos, para eso estamos los psicólogos y los médicos con seratonina que ayuda a controlar los celos obsesivos extendidos al pasado.