Psicología masculina: Cuando el deseo sexual desaparece (I)

¿A QUÉ SE LLAMA DISFUNCIÓN DEL DESEO?

A la alteración en la etapa del deseo, que es anterior a la de excitación (erección en el varón, lubricación en la mujer), también se la conoce como DSI o DSH. Estas siglas aluden a una disfunción ya estudiada por la sexología: el deseo sexual inhibido o hipoactivo. La pérdida pasajera del interes por el sexo responde a diversas causas, que pueden ir desde un estrés laboral hasta un conflicto de pareja. No siempre la persona disfuncional es consciente del origen de su problema. Un duelo no elaborado, el resabio de una educación represora, la crisis de la mediana edad de la vida, fracasos económicos o amorosos, pueden inhibir su respuesta sexual.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS?

Sí bien hay que pensar en términos de multicausalidad, mencionaremos las más corrientes:

Los cuadros depresivos acarrean abulia y apatía, dejando de lado aspectos de la vida que antes eran importantes, y el Eros es una de las principales víctimas.

Las disputas conyugales continuas y permanentes, las frustraciones repetidas por impotencia, eyaculación precoz o el haber fingido los orgasmos durante años, llevan a la baja del deseo como una manera de evitar el fracaso.

Los conflictos neuróticos con relación al placer y al éxito.

Los problemas derivados de una educación restrictiva donde el goce era pecado y digno del peor castigo.

Situaciones de vida relacionadas con pérdidas laborales, familiares, amorosas, económicas, pueden llevar a la disminución de la libido.

Eí problema del alcoholismo, crea un permanente clima de malestar en el bebedor y su pareja, provocando episodios de celos, impotencia y agresiones.

Las llamadas crisis vitales pueden acarrear disminución del deseo: irse de la casa de los padres, jubilación, cumpleaños (los 40, los 50), casamiento, embarazo, el nacimiento de los hijos.

Todo descenso hormonal suele tener impacto en la esfera sexual: la etapa del deseo está influenciada por la testosterona que es la hormona del deseo, en los dos sexos.

Hay medicamentos que deprimen la libido, la capacidad eréctil y orgásmica: los sedantes y antidepresivos, los fibratos (usados para bajar el colesterol), los betabloqueantes y antihipertensivos, la sulpirida y la ámetidina (de empleo en afecciones gastroduodenales), los diuréticos, los antiandrogénicos (de uso en problemas prostáticos y para tratar la calvicie).

El consumo abusivo, crónico y permanente de tóxicos, drogas y cigarrillos ocasionan trastornos erectivos y orgásmicos o de deseo sexual.

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