Las relaciones sanas están en equilibrio entre dos extremos: el narcisismo de quien espera todo de los demás sin dar nada (el «demasiado tomar» propio de las personas muy inmaduras) y la codependencia de quien cuida de los demás más que de sí mismo (el «demasiado dar»). Estas son las claves de una relación afectiva equilibrada:
• El amor o la amistad implican respeto y generosidad, no necesidad, sumisión, exigencias ni «cheque en blanco».
• Las buenas relaciones no significan «darlo todo«, ni compartirlo todo, ni estar de acuerdo en todo. Esto sofoca y aburre. El interés mutuo se basa en el reconocimiento de la independencia, inteligencia y valores del otro.
• Lo más importante a dar es, por tanto, respeto, apoyo, aprecio, pero exigiendo al otro lo mismo.