Atracción y comprensión. Es el primer paso que da pie al enamoramiento.
Proyectos de vida parecidos. Si no existe, antes o después la relación se romperá.
Nivel cultural, educativo e intelectual similar. Facilita la convivencia y las relaciones externas.
Respeto y trato de igual a igual. Cada miembro deben tener muy claro que el otro tiene los mismos derechos y obligaciones respecto a la vida en común.
Confianza, lealtad y fidelidad (esto último, si así lo decidís. Hay parejas abiertas que se permiten alternar con otras, pero ambos deben estar de acuerdo y tenerlo claro).
Aderezo de madurez, diálogo, búsqueda de la felicidad y cuidado del otro, valoración de las pequeñas cosas, ternura (¡muchas caricias!), sentido del humor e imaginación.
Pactar los roles de pareja. Si a ti te gusta encargarte de las comidas, y aceptas que él se ocupe de mantener el coche, se ahorrarán muchas disputas.
Llevarsen razonablemente bien con los amigos y la familia del otro (sin que tenga por qué haber fusión: de verse a diario a llevar un trato cordial a distancia hay muchos grados).
Olvidar el narcisismo y el hedonismo puro y reemplazo por la idea de compartir y de ser generoso con la otra persona (respetando los espacios propios).
El no claudicar ante la posibilidad del amor. Es lógico sufrir algún que otro fracaso en la vida.