El psicoterapeuta John Gray, autor de Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, explica que ellos se retiran a su cueva cuando se sienten mal, mientras que ellas se reúnen y lo hablan abiertamente. Las mujeres prefieren compartir sus preocupaciones. Al contar a sus amigas o hermanas lo que les pasa se sienten mejor, mientras que ellos no necesitan desahogarse: piensan que lo pueden solucionar solos. Además, ellos están entrenados para ganar y ejercer el liderazgo, por lo que mostrar que sufren es un signo de debilidad, afirman los especialistas.
La mujer proyecta en su pareja a su propio modo de pensar, y esto la lleva a creer que él no la ama lo suficiente, o al menos no como ella desea. Cuando ella llora, por ejemplo, él no sabe cómo actuar. Se siente perdido. No cuenta con los suficientes recursos para apoyarla en un momento de crisis emotiva. La mujer, sin embargo, siempre espera que él tenga paciencia y sepa escucharla, aunque sabe que una amiga entendería al instante y se pondría en su piel para acompañarla.