El último grito de la moda en lo que a cirugía plásticas se refiere es más bien invisible. O hace evidente lo que era invisible para muchos hombres: el Punto G.
Se trata de un retoque sin riesgos (la cirugía tarda 10 minutos y una hora después la paciente puede tener relaciones) y bajo anestesia local. La idea: resaltar la zona erógena más poderosa del cuerpo femenino.
El proceso es sencillo, pero requiere de que la mujer conozca exactamente la ubicación de su Punto G. El cirujano le pide a la paciente que le indica el punto de mayor sensibilidad de su vagina, y con un instrumento ginecológico se mide su extensión. Después, en esa zona se inyecta ácido rianurolico hasta formar una extención similar a una moneda de centavos de euro.
La idea: al elevar esa zona, es más fácil su contacto durante la penetración, y ello deriva en una mayor satisfacción para las mujeres. Su costo: cerca de 3.000 euros.
El punto de Gräfenberg, o Punto G., es una región ubicada detrás del hueso púbico y alrededor de la úretra, asociado a orgasmos de gran intensidad y a la eyaculación femenina.
¿Tendremos que rebautizarlo después de este evance de la cirugía?
Fuente | Clarín