Si te planteas las relaciones como una oportunidad de crecimiento personal (las relaciones como camino para el despertar o la iluminación), no te van a faltar ocasiones de práctica, porque toda tu vida está conformada por relaciones: familiares, de amistad, de trabajo, vecinales, de intercambio, etc. Pero ya que hemos decidido cambiar el viejo paradigma del ego por el nuevo paradigma del amor, tal vez convenga aclarar de qué hablamos cuando hablamos de amor. Y, sobre todo, de qué no hablamos cuando hablamos de amor. El amor verdadero versus el amor egoico.
- EL AMOR VERDADERO
Es incondicional: te amo porque lo decido voluntariamente, hagas lo que hagas y seas como seas.
Es libre: no necesito controlarte ni ser controlado.
Es eterno: mí sentimiento no muere, aunque la relación pueda cambiar.
- EL AMOR EGOICO
Es condicional: sólo te amaré si eres como quiero que seas y actúas como quiero que actúes. Aspira a la simetría y da lugar a la decepción, la frustración y la queja constante (yo soy cariñosa y él no; yo pongo la mesa y ella no; yo soy amable con sus amigos y él no lo es con mis amigas).
Es posesivo y dependiente: está basado en el miedo a la pérdida, por eso necesita controlar.
Es intermitente: te amo cuando haces lo que espero de ti, dejo de amarte si no lo haces, y vuelvo a amarte cuando actúas como a mí me gusta y «me haces feliz».