La sensación de frustración es el camino común por el que transita toda pareja que decide separarse. Y si el contexto de eso es un matrimonio corto y fallido muchos sentimientos de desesperanza aumentan. ¿Cuál es el mejor camino para aceptar los errores y sobrellevar esta realidad? La licenciada Berta Sperber nos ayuda a entender qué cambió y qué influye para que esto se haya convertido en moneda corriente.
– ¿Qué es lo más traumático a la hora de terminar un matrimonio?
Lo que más pesa en la ruptura es la pérdida de un proyecto de vida. Si las personas son irresponsables y no se hacen cargo de su parte en esta ruptura, como responsabilidad compartida, se arma una versión víctima-victimario. En este esquema, hay micha bronca y angustia contra el otro por sentirse rechazado y la persona vive como víctima. Uno que abandona V otro que es dejado. De este modo, el rencor y el resentimiento se instalan.
– Al tener casi siempre que irse de la casa, ¿al hombre le toca la peor parte? ¿Es doblemente problemático para ellos?
Sí. En general, lo más traumático para el hombre es tener que irse de la casa y dejar todo lo que armó: la familia y los sueños. Muchas veces es tanto el dolor que hasta dejan de ver a los hijos (cuando los hay) porque les cuesta sostener esa experiencia de verlos y dejarlos o porque no están entrenados a hacerse cargo ellos solos de los hijos. Es una tarea que muchas veces está más delegada a la mujer. En este momento también pueden aparecer los abuelos para ocupar el lugar de sostén de los hijos o nuevas parejas. Al hombre siempre le cuesta más quedarse solo.