¿Exclusividad sexual?

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Hasta hace apenas un par de décadas, prácticamente todo el mundo identificaba la «infidelidad» con la traición sexual o, más popularmente, con «poner los cuernos». Hoy, sin embargo, una buena parte de la población matiza el concepto de «fidelidad» para referirse a algo más amplio e incluso diferente. Ser fiel a una persona es contar con ella y confiar en ella en lo fundamental, lo que no siempre incluye la exclusividad sexual.

En siglos o décadas atrás, sobre todo en las relaciones establecidas por dependencia económica, la fidelidad sexual no era un requisito indispensable, pero la novedad ahora es que, también en las relaciones construidas sobre el amor, cada vez más personas están dejando de considerar el sexo extraconyugal como una falta imperdonable, o como motivo suficiente para la ruptura. ¿A qué se debe ese cambio?

Hombre y mujer, en continua evolución

Las transformaciones sociales y personales de las últimas décadas han hecho que hombre y mujer se desarrollen como personas completas y autónomas, de manera que cada uno continúa persiguiendo metas (profesionales, familiares, personales) fuera y dentro de la pareja, incluido el propio crecimiento personal. Y esto hace que, en esa búsqueda, surjan en el camino nuevos intereses, atracciones, frenazos y bloqueos, inapetencia, proyecciones positivas y negativas, y oportunidades mil para dar marcha atrás o huir hacia adelante. Y estos nuevos contactos emocionales o sexuales fuera de la pareja, que pueden o no dar al traste con ella, pueden también consolidarla y hacerla más profunda y real.

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