Las nuevas formas de constituir una extraña pareja. Identikit y técnicas de supervivencia para brindar por la diferencia.
Ay, Cupido y sus hechizos. No por nada el dios del amor es, según la mitología romana, hijo de Venus y de Marte. Venus y Marte: casualmente los planetas remotos de donde venimos, según la literatura contemporánea, varones y mujeres…, las piezas necesarias para la conformación de una pareja. Una pareja que, a veces, es insólitamente despareja. Pero no necesariamente dispareja, es decir, disfuncional.
¿Cómo es posible que dos personas tan diferentes, que quizás no podrían ser amigas, decidan pasar su vida juntas? ¿Porque el amor es ciego? ¿Porque el amor es drama? ¿Se necesita una personalidad valiente para patear el tablero de los roles establecidos y los mandatos sociales? ¿Amar a pesar de las diferencias implica madurez, mayor capacidad de compartir?
Hay dos maneras de elegir un compañero: por parecido o por diferente. En el último caso, lo que se elige es un complemento, un opuesto, un Plan B respecto de los rasgos de la familia de origen, una apertura a algo distinto, algo que constituye en sí mismo una aventura y enriquece tanto como hacer un viaje, como conocer una cultura diferente. Ya lo dice Ricardo Arjona en una de sus pegadizas canciones: «He venido a parar con la mujer que no soñé jamás, pero también jamás fui tan feliz».
Las nuevas viejas diferencias
- Cuestión de cuna
El corazón de toda telenovela que se preciara de ser fiel al género consistía en enamorar a la chica pobre con el chico rico (y/o viceversa). La clase social, las posibilidades económicas opuestas eran la frontera de la cual ambos se exiliaban para estar juntos. Hoy, no hace falta el melodrama ni los guionistas más imaginativos para plantear situaciones semejantes: las desavenencias de los tiempos que corren -la inestabilidad laboral, los sueldos flacos y la incursión de la mujer en el mundo del trabajo- arrastran a muchas duplas a plataformas desiguales.
En la actualidad, las parejas provenientes de distintas clases sociales no son las más frecuentes, pero se siguen dando. Su esencia está en poder armar un dúo democrático en el que se comparte el poder y las decisiones se toman por consenso. Es decir, las diferencias no se cuelan hacia adentro, ningún miembro padece sometimiento.