Cuando los conflictos se resuelven en la cama (I)

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Muchas parejas que no están acostumbradas a hablar de sus problemas suponen que con un buen sexo alcanza para paliar las heridas del corazón.

La falta de diálogo es, sin duda, uno de los ejes sobre los que se sustenta la mayoría de los conflictos humanos. En el plano del afecto, en especial aquel que tiene como marco la convivencia, no expresar lo que se siente, no develar lo que se piensa desemboca, en general, en cuestiones conflictivas que encuentran en el silencio y en la negación de los hechos un pésimo aliado, que sólo contribuye a empeorar las cosas. Muchas parejas que atraviesan por estas circunstancias consideran que el sexo es suficiente para resolver aquello que los enfrenta, sin advertir que el ámbito de la intimidad  más profunda no es el lugar más adecuado para conseguir ese antídoto capaz de sanar las fisuras del amor.

Los especialistas definen al encuentro amoroso que se da entre estas dos personas -sean éstos pareja, amantes o personas movidas sólo por el deseo sexual- como la culminación de profundas motivaciones, la mayoría de origen inconsciente que llevan a un intensa atracción mutua. Esta circunstancia no habilita a que la cama se convierta en el sitio propicio para resolver conflictos. Para el especialista, el sexo es tan sólo: «una ayuda limitada fuertemente, porque sólo disminuye paliativamente el malestar de los conflictos, pero, de ninguna manera, los resuelve de raíz».

problema-de-pareja-2En ese sentido, el encuentro amoroso no representa un recurso válido. Es más: «Habitualmente, el sexo suele sucumbir cuando existen demasiados conflictos entre los componentes de una pareja», profundiza los sexólogos.
Buen sexo, pésima relación. Son múltiples los mecanismos inconscientes que disparan el deseo sexual en una pareja. Además, varían de un individuo a otro e incluso, con el tiempo, se modifican en la misma persona. Existen parejas que permanecen unidas porque mantienen relaciones sexuales fantásticas aunque: como pareja sean un desastre.

Es más, muchas arriban al sexo a través de la pelea. Saben que existen otros caminos para alcanzar el placer, pero no los transitan. No contemplan otra posibilidad que el choque, la discusión, la riña. Se trata de parejas que necesitan de la pelea para tener sexo. Dicha actitud es parte de un círculo perverso del cual una vez que se ingresó, es muy difícil salir sin ayuda terapéutica. Habitualmente, la rueda se inicia con una discusión trivial que va subiendo de tono y, de buenas a primeras, aparece un disparador que lleva a sus protagonistas a cambiar de actitud que deriva en el encuentro amoroso, pero: «luego del mismo, vuelven a confrontar. Sólo liman sus asperezas mediante el sexo, lo cual, indudablemente, marca un cierto grado de patología».

Más de lo previsto

Una vasta cantidad de personas creen, en forma equívoca, que aquello que no es factible resolver a través del diálogo se puede dirimir entre las sábanas. Intentar zanjar las diferencias que surgen en distintos ámbitos de la vida en el espacio delimitado por el placer no desemboca en resultados satisfactorios. En ese sentido, los que más llevan la bandera de esta tendencia son los hombres machistas que revelan que se hacen el amor a sus mujeres cuando está enojada, para que se ponga contenta. Sin embargo, ya es sabido que los conflictos de base no se solucionan sobre el colchón. Hay que explicarlos de alguna manera, sea está corporal o verbal o de ambas formas.

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