Hay personas que no saben vivir en grises: lo que no es blanco es negro. Grave error. Porque lo que no es blanco, a excepción de esos momento dolorosos de la vida, es gris: gris perla, gris marengo… Los matices son los predominantes en nuestra vida. A continuación los especialistas nos dan algunas claves para huir de los extremos y aprender a vivir en un punto medio.
1) Evita el sufrimiento gratuito, tratando de evaluar los problemas correctamente. Antes de lanzarnos a sufrir, a desesperarnos o a enfadarnos con un amigo, veamos si le hemos interpretado correctamente, o si hay aspectos positivos que tener en cuenta.
2) ¡Cuidado con los extremos! Conviene no sufrir hasta el extremo ante una contrariedad, si no pararnos ahí y relativizar. El objetivo es frenar la escalada de pensamientos catastrofistas que nos llevan a hundirnos ante cualquier cosa.
3) Conoce al otro. Si alguien suele ser extremo en la valoración de un problema, es bueno que tengamos presente que tiene esa tendencia.
4) Equilibra tu implicación. Cuando alguien se toma las cosas muy a pecho, hemos a procurar que no nos arrastre con su angustia. Tener presente que no nos arrastre la angustia. Tener presente que es su problema y mantenernos en un segundo lugar. Eso no significa ser desagradables, sino actuar de manera que le ayude a él y nos proteja a nosotros.
5) Aprende a manejar la angustia de otro. La mejor forma de ayudar cuando alguien se está desbordando es trasmitir serenidad. Puedes escucharle para que se desahogue y hablar lo menos posible. Después podemos preguntarle si quiere saber nuestra opción o si quiere nuestra ayuda.