¿Por qué la monogamia termina aburriendo? (I)

El tedio y la rutina pueden jugar en contra de la pareja. Lo que alguna vez fue novedad y pasión, llega a
transformarse en una vivencia indeseada. En estas entrevistas temáticas sobre el Amor, una maestra de Reiki y psicóloga social, Stella Maris Boide nos responde esta conocida situación: ¿Por qué la monogamia termina aburriendo?

El aburrimiento, un estado de ánimo muy común en los tiempos que corren, no ha podido mantenerse alejado de las cuestiones amorosas. Sin embargo, su presencia en este ámbito, pone sobre el tapete un cuadro de insatisfacción general, en el marco de una sociedad que parece no saber qué es lo que quiere, ni intenta averiguarlo.
Sentirse aburrido, desganado, fastidioso… son sensaciones que llegan al amor de la mano de cada uno de los integrantes de la pareja. Poder revertirlo, dependerá de la capacidad de autoconocimíento a la cual se apele. Esto ayudará a que cada uno pueda entender qué es lo que desea, qué no, cuánto está dispuesto a arriesgar y… saber cómo se lo comunicará al otro.

¿La monogamia puede terminar aburriendo a una pareja?

En realidad, el aburrimiento es personal. Realmente, es una época en la cual se privilegia el cuerpo, el dinero y el éxito; se compite permanentemente. En esta instancia, algunas personas se dan cuenta de que el aburrimiento es un grito del alma y, desde ahí, empiezan el movimiento interno de crecimiento. Sin embargo, si sienten que la monogamia los aburre, es hora de que puedan plantearse situaciones creativas. Los humanos somos creativos cuando realmente lo queremos. Sólo debemos poner esa veta a funcionar para salir del aburrimiento.


¿Existe, en verdad, el aburrimiento o es una palabra que suele estar ocultando otro tipo de malestares personales?

Sí, existe. Por el hecho de realizar de forma rutinaria las mismas tareas, en cierto aspecto, es inevitable.

Hay algunas actividades que resultan sostenedoras: hacer las compras un día determinado, quién lleva los niños al colegio, quién los va a buscar, quién cocina, quién se ocupa de comprar los regalos, de ir al lavadero. Esto es orden y ayuda al desenvolvimiento de la pareja. Ahora, en lo que tiene que ver con los espacios que considero propios de la pareja, como son: ir al cine, a cenar, a bailar… Creo que cuando se estipula un día determinado y se convierte en obligación, deja de ser agradable para convertirse en «¡otra vez sopa!».

En realidad, no estamos atentos a lo que quiere el otro: se decide algo y se sigue sin preguntar. Se da todo por sentado, aunque, a veces, uno de los dos prefiera quedarse en casa, o si no, también, elegir un spa o un hotelcito diferente. Cuando uno logra hacer cosas distintas, se nota; y la pareja crece. Asimismo, los malestares personales siempre está presentes y forman parte de la vida misma. Podemos ir atravesando esos malestares hablando con el otro y planteándolos. Para esto es indispensable escucharse; pero uno debe sentir que el espacio de diálogo es contenedor. Aquí, uno se plantea cuánto considera que puede aportar su pareja, para sostenerlo en las cosas que están preocupándolo, y cómo lo influenciará el hecho de ser juzgado por el otro.

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