Cuando fuimos lastimados o estafados moralmente, es muy frecuente que nos enojemos no sólo con el otro, sino con nosotros mismos. «Cómo pude estar años al lado de una persona así», «cómo fui tan tonto de no darme cuenta», cómo pude permitirle que me hiciera…», y la lista de acusaciones puede volverse infinita.
Tenemos que poner mucho de nuestra parte y especialmente tener fe en nosotros mismos y dejar atrás los rencores y reponernos de un fuerte impacto no tiene que ver sólo con poder perdonar al otro, sino también con reconciliarnos con nosotros mismos, querernos a nosotros mismos, con nuestra capacidad de ser felices y tomar buenas decisiones en nuestros vínculos afectivos.
Todos nos equivocamos, pero insistir sobre ese error no nos aportará nada positivo. Perdonar y perdonarnos es despegarnos de esos rencores y volver a centrarnos en nosotros mismos. Es volver a confiar en que todo cambia, todo pasa y en que no podemos controlar lo que los otros hacen, pero si podemos elegir seguir adelante con nuestras vidas y deshacernos de lo negativo que las rodeaba. Adelante, siempre nos tenemos que dar un nueva oportunidad.