El momento idóneo es después de la ducha (ya que el calor ayuda al perfume a manifestarse) y una vez que se ha hidratado la piel. El perfume debe aplicarse, fundamentalmente, en las zonas del cuerpo por donde la sangre fluye más cerca de la piel: detrás de las orejas, en el cuello, la nuca, la cara interna de las muñecas, la zona donde se dobla el brazo, la parte posterior de las rodillas, el escote, los hombros… Y, como decía Coco Chanel: «En cualquier zona donde te gustaría ser besada».
La ropa es un buen conductor del perfume. Podemos pulverizarlo directamente sobre ella, si se trata de tejidos, como el algodón, el lino y la lana (oscuros, porque en los claros, en los sintéticos y en la seda deja manchas). Y también en el cabello: unas gotas, pocas, en las puntas, y el aroma se difundirá al movernos.