Porque al principio es posible que algunos de esos abrazos sean forzados. Los primeros dos segundos puede haber incluso una cierta resistencia o rechazo; durante el cuarto o quinto también, pero al llegar al sexto suele darse una especie de rendición amorosa (insistimos, siempre que haya amor y no pueda más el desprecio y el resentimiento) que conecta, eleva los niveles de serotonina y produce un efecto calmante que disipa rencores.