1. La plenitud (versus la abstinencia). Consiste en la sencilla felicidad de estar cerca de la persona amada; la sensación de serenidad al oírla y verla reír, dormir, pensar; la inconmensurable dicha de estar abrazados el uno al otro.
2. La satisfacción de dar (versus la culpa). Es la alegría de hacer feliz a otra persona, de saber que la persona amada accede a una felicidad que no habría sentido sin nosotros, de aportar una nueva luz a su vida, igual que ella a la nuestra.
3. El agradecimiento (versus la ira). Agradecemos todo cuanto hemos recibido de nuestro ser amado: cómo nos ha ayudado a crecer, la forma en que nos ha consolado y comprendido…En definitiva, todos los pesares y alegrías compartidos.
4. La confianza en uno mismo (versus la baja autoestima). Nos sentimos contentos de ser nosotros mismos, simplemente porque la persona que amamos nos corresponde, porque nos ama con nuestras virtudes y nuestros defectos, a pesar de los contratiempos, las críticas ajenas y las dificultades de la vida.
5. La serenidad (versus el miedo). Es la convicción de que, pese a las vicisitudes de la existencia, la persona amada caminará y luchará a nuestro lado. Cualquier adversidad será superada si tenemos a nuestro amor en esta travesía.