Hace dos años, Emma Ray, una joven iglesa natural de Shropshirede, ingresó en el hospital para dar a luz a su segundo hijo, Alexander. Fue por cesárea, y aunque en un primer momento la intervención resultó en éxito, tan solo diez dias después tuvo que regresar al hospital, esta vez para quedar en estado de coma, víctima de un para cardíaco.
Los médicos informaron a Andrew, su marido, que Emma tenía las mismas posibilidades de despertarse en cualquier momento como de permanecer en coma para el resto de su vida. Andrew pese a todo, no se rindió. Acudía cada día al hospital, hablaba con su mujer y le ponía grabaciones de sus hijos. El llanto del recién nacido y la voz de su primera hija; «despierta mami», una y otra vez. «Le ponía las canciones que bailamos en nuestra boda, le hablaba con suavidad, tomaba su mano, todo el tiempo le decía que la amaba y le rogaba que se despertase».
Las plegarias parecieron surtir efecto, y dos semanas después se obró el milagro. Andrew se inclinó sobre su esposa, postrada en la cama y dijo «Emma, si me puedes escuchar, solo dame un beso». La mujer giró lévemente la cabeza y le besó. Los médicos no salían de su asombro, Emma había despertado.
Desde aquel día, la bella durmiente de Shropshire, como así se la conoce, comenzó a perder y recuperar la conciencia de forma continuada, aunque con un estricto proceso de rehabilitación que se prolongará durante toda su vida, su situación mejora poco a poco. A día de hoy Emma necesita ayuda para caminar y sufre constantes pérdidas de memoria a corto plazo. «He aprendido a enamorarme de mi esposa una otra vez», afirma Andrew.
Foto: shropshirestar.com