Hasta los años setenta se pensaba que las diferencias psicológicas entre los hombres y las mujeres eran consecuencia de las diferencias biológicas. Es a partir de la década de los setenta en Estados Unidos y de los ochenta en Europa cuando se comienza a dar relevancia a las diferencias que son producto de lo social.
Un hombre y una mujer no tienen ni el mismo concepto del amor ni el mismo código de comportamiento ante las relaciones sentimentales, de ahí que en demasiadas ocasiones estas diferencias provocan malentendidos en la pareja. En los hombres es priman valores como la competencia, la acción, la búsqueda del poder, mientras que en las mujeres otros tan distintos como la creatividad o la expresión de las emociones. Libros como Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus de John Gray y Por qué los hombres escuchan y las mujeres no entienden los mapas, de Allan y Barbara Pease, corroboran estas opiniones.