EL DESVERGONZADO: ¿QUIÉN DIJO PUDOR?
En el otro extremo de la balanza está el que nunca lo pasa mal: no sabe qué es «morirse de vergüenza» y considera que la mayoría de la gente es cortada, tímida y tremendamente aburrida. Es el típico asocial, que no se preocupa de quedar bien con nadie e incluso se divierte escandalizando al prójimo. Estas personas, a la larga, acaban sufriendo, porque son incapaces de establecer relaciones sólidas con un grupo: no respetan las normas y, en consecuencia, los demás acaban por no soportarles a ellos. Un poco más lejos está la personalidad psicopática, que desprecia las reglas sociales, e incluso a las personas, actuando «por libre».