Diferencias: La clave está en aceptar a los demás

Si bien es relativo, el concepto de que nuestra libertad termina donde empieza la de los demás está instaurado en la sociedad moderna como uno de los principios ético más importantes. A partir de esa premisa, entonces, en nuestros vínculos de amistad no deberíamos interferir bajo ningún aspecto en las preferencias de quienes nos rodean, porque al hacerlo, por mínimo que fuese la intercesión, estaríamos atentando contra su libertad y, en consecuencia, faltándole el respeto a la otra parte.

Así es como se presenta ante nuestros ojos el desafío de  animarnos a la diversidad, para permitirnos intercambiar experiencias, momentos, ideas y opiniones con amigos que quizás no comparten nuestras creencias —desde las más esenciales, como política y religión, a otras más específicas, como los deportes, la apreciación del arte, la historia y, por qué no, la cocina— pero de los que tenemos mucho por aprender (¡y viceversa!). Siempre, con el mismo moderador como requisito indispensable: el respeto.

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