En una primera instancia sería bueno consultar por Internet. De esa forma la persona se empieza a aflojar, informándose. Lee un artículo, empieza a ver que hay soluciones, tratamientos, posibilidades de abordaje del probíema. También descubre que hay otras personas a las que les pasa lo mismo. Otra forma de vencer el temor es contarle a la ginecóloga/o sobre su problema.
De todas formas, siempre hay un punto de vergüenza. Yo la llamo la consulta «vergonzante». No es lo mismo ir al oculista que al sexólogo. Al hacer una consulta sexológica, la persona no sabe qué le van a preguntar, deberá contar su intimidad, tiene que estar en la sala de espera, etc. Lo más difícil es la primera consulta. Pero si esto lo supera tiene el 50 por ciento del tratamiento ganado.