Para que nuestras fantasías se acontezcan con asiduidad y nos resulten cada vez más apetecibles, debemos ejercitar nuestra mente. ¿Cómo? Usándola, pues aunque resulte un tópico, «lo que no se usa se atrofia». Si apenas tenemos fantasías sexuales, cada vez nos resultarán menos estimulantes y su fluidez se reducirá a la mínima expresión.
Tirar de lo ajeno puede facilitarnos un inicio, bien sea por imitación o por falta de imaginación propia. Y eso sí, para el buen fluir o para recuperar un mayor deseo por vía de lo fantasioso sexual, lo fundamental es gozar de una buena salud y una educación sexual liberada de prejuicios y culpabilizaciones innecesarias. Las fantasías sexuales son producto de nuestra imaginación y todos somos capaces de crearlas.