Algunas personas nos permitimos amar a varias personas a la vez. Por ejemplo, al inteligente, al divertido, al buen amante, al protector… Nuestra memoria reúne amores imperecederos de distintos momentos de la vida. Quizás no hubo una consumación sexual, pero en nuestra mente conviven todos nuestros amantes de todas las épocas de nuestra vida. Perdura la atracción y el amor en el recuerdo. Si los amores son presentes, la culpa judeo-cristiana que nos atosiga con la monogamia y la falta de tiempo real, nos impiden vivir nuestra libertad de amar en plenitud tantas personas como queremos. La atracción es múltiple, aunque nos hayan enseñado a ser posesivos.