¿Cómo se clasifican los tipos de mentiras?

A lo largo de nuestra vida, todos empleamos distintos tipos de mentiras. Los expertos las han clasificado según su intencionalidad:

SOCIAL: Se dice por educación, para no herir la sensibilidad ajena, suavizar situaciones, iniciar una conversación o fomentar las relaciones («El vestido te sienta fenomenal»).

PEDAGÓGICA: Sirve para enseñar y motivar («Has jugado muy bien, aunque no hayas marcado»).

UTILITARIA: Persigue un fin («Si me votan subiré las pensiones»).

AUTOPRESENTACIÓN: Adaptamos la realidad a nuestros intereses o para resultar más atrayentes («Dejé a mi mujer porque era demasiado celosa»).

PROTECTORA: Se emplea para evitar un castigo o conflicto («Mi madre enfermó y tuve que faltar al trabajo»).

BUENINTENCIONADA: Busca evitar un disgusto, pero puede encubrir prepotencia o afán de controlar («Tu ex novio dice que aún te ama»).

VITALES: Autoengaños, falsas ilusiones, negaciones de evidencias o razonamientos errados que, como mecanismo de defensa, permiten evadir, ocultar u olvidar hechos desagradables para preservar la estabilidad emocional y facilitar la supervivencia: inventar justificaciones para hechos reprochables, negar defectos o limitaciones, atribuir el
éxito al propio mérito y los fracasos al destino, omitir datos…

MANIPULADORAS: Se emplean en beneficio propio, para que alguien actúe o piense de determinada manera («Si te acuestas conmigo te querré más»).

EVASIVA: Las usan las personas inseguras para eludir sus responsabilidades, disculparse o culpar a otros.

CULPOSAS: Se utilizan por miedo o vergüenza cuando no queremos que los demás descubran algo de nosotros que se supone que no aprobarán y que nos ocasiona sentimiento de culpa.

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